No pude olvidar mis fallos: pero elegí perdonarme, quererme, llevar con dignidad mis miserias y descubrir mis dones; y no vivir lamentándome por aquello que no pude cambiar, que me entristece, que me duele, por el daño que hice y el que me hicieron. Elegí aceptar el pasado.
No quise vivir solo: y elegí la alegría de descubrir a otro, de dar, de compartir,
y no el resentimiento sucio que encadena. Elegí el amor.
Y hubo mil cosas que no elegí, que me llegaron de pronto y me transformaron la vida. Cosas buenas y malas que no buscaba, caminos por los que me perdí, personas que vinieron y se fueron, una vida que no esperaba. Y elegí, al menos, como vivirla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario